Camino despacio por la incierta callejuela. El dia nuboso me acompaña, como un amante celoso que teme que le sea infiel porque de nadie se fia. Pienso que hubiera sido mejor quedarme en casa, arropada con mi manta de cuadros y disfrutando de la quietud de la tarde en el sofá. Pero decido salir. Sabran los Dioses por que.
¿Era necesario? Por muy la respuesta es no.
Mi humor va variando, dependiendo de la salida del sol. Las nubes lo cubren para que no pase frio. Otras veces parece que tiene calor y aparta la nublada manta, como para respirar un poco, tumbado en su lecho azul celeste.
Asi me encuentro hoy. Con frio y calor, con el animo pesado de quien sabe que esta sufriendo sin necesidad y que no tiene nada.
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