Hacia
tanto que no sentía la necesidad de publicar que pensé que nunca volvería al
mundo virtual del blog. Me conformaba con mis pequeños desahogos en la red
social y poco más, y lo estoy pagando.
Nunca
he querido pensar en este blog como en un diario de mis dramas, contaba cosas
que me interesaban, nada demasiado personal más allá de no poder dormir. Hoy
rompo mi silencio para gritar lo mal que me siento en la situación cotidiana de
un supuesto grupo de amigos.
Hace
poco más de una año me involucre mucho más en algo que yo creía que era diversión
y ocio 100%, me engañé a mi misma pensando que estaba preparada para lo que se
avecinaba. Claro que tampoco me pude creer tanta malicia concentrada en 10
metros cuadrados, pero la había. Tanta que casi era para enfermar.
Hoy se
vuelve a repetir de nuevo el ataque sin descanso, lo gratuito de personas a las
que quise y consideré mis amigos. Nada nuevo bajo el sol, a todo el mundo le
pasa. A mí también me paso, pero jamás había dolido tanto como lo que llegó a
doler.
Hace
unas semanas he decidido sin saberlo en realidad emular a Jean Luc Picard
cuando se enfrenta a los Borg y he dicho en voz bien alta: HASTA AQUÍ!.
No vais
a llegar más lejos, no os lo voy a permitir. He iniciado el camino a la sociopatía.
Para que tener en cuenta sentimientos de gente que no tiene en cuenta los míos?
Pues para nada, para que se aprovechen de tu buena voluntad, de tus ganas de
ser conciliador. Bien, pues se terminó.
Creo
que los enviaré bien lejos, por ejemplo a la mierda por payasos. Los cuatro en
un mismo barril, que no os escapáis y vuestros acólitos, esperando formar parte
del nido de víboras, también en el mismo viaje. Y me quedaré muy tranquila y me
sentiré muy poco culpable.
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