Después de darles “pa’l pelo” a los camisas negras (es decir al día siguiente) nos enteramos que Julieta ha sido secuestrada por el Facha de Rossini en su propia casa, así que no tenemos mas remedio que ponernos en contacto con Romeo para que nos ayude a sacarla de la casa sin que se enteren los fachas del plan.
La cosa es que nos dedicamos a montar una maniobra de distracción ante Casa Staglianni para poder colarnos por el puerto vía Góndola.
No es mala idea solo que tenemos retrasar la visita al Palazzo Rezzoniani y nuestra búsqueda de la pieza que estamos buscando.
Romeo y Julieta acaban casándose en una góndola y nosotros vacilándole al Rossini, por que le han birlado a la chavala con la que pensaba casarse, a la fuerza claro, que Julieta no estaba muy por la labor.
Por fin la parte interesante!!! Después del par de asesinatos en los que los cadáveres aparecen desangrados ( alguien se habrá bebido su sangre…) hemos llegado a la conclusión de que la pieza que buscamos esta en el puñetero palacio que todavía no hemos visitado.
Por la tarde, el Lord que siempre va a su bola, decide visitar el palacio con el agente del FBI pagando una pasta por la doble visita de la tarde y la noche. Es un palacio enorme y no encuentra nada interesante, por lo que nos vienen a buscar a los demás. Hoy solo somos 4 en lugar de 5. El ilusionista hoy es el cartón.
Vamos a visitar el palacio por la noche y como la señorita “Jones” Winter se pone pesada por que le han dicho que hay un campanario muy chulo que no se puede visitar. Hablamos largo y tendido con el guarda y mediante TOCOTÓ!! (Es decir soltándole pasa y por cierto, mucha!) Conseguimos que nos deje colarnos en el campanario, que tiene unos siete pisos de altura y que a partir del 4º piso las escaleras dan más miedo que el Fary chupando un limón.
Una vez arriba, aparte de que no guipamos nada y hemos de bajar a por luz again, entre vemos en la penumbra que estamos dentro del gigantesco mecanismo del campanario. Como no vemos ni torta, nos esperamos a recibir luz. Siete pisos p’arriba, siete pisos p’abajo y de nuevo siete pisos p’arriba. Llegas echando el bofe…
Con una cutre linterna que da mas bien poquita luz, nos adentramos en el mecanismo, saltando ruedas dentadas, esquivando cadenas y maravillándonos de encontrar ocho estatuas ( por si alguien se lo pregunta son las putas estatuas que vemos en el sueño de procesión y llorando sangre) que se ponen en movimiento por que van a tocar las campanadas.
Como somos así de curiosos, decidimos salir a ver que pasa en el mundo desde la repisa de las estatuas.
Que vemos? Por una parte las estatuas se dedican a darse de hostias, el turco el asesino, el ángel y la muerte. Por otra parte también hay un guaperas que cuando sonríe enseña unos colmillos no muy normales que digamos. Acojonados perdidos nos dedicamos a perder cordura por dos motivos de nuevo. 1º Pierdes Cordura por que lo de los dientes y 2º por que si ves a un tío que se tira y luego aparece un murciélago enorme volando pues no tienes mas remedio que seguir perdiendo Cordura.
Dicho esto nos metemos de nuevo dentro y decidimos ir buscando la pieza, rascando el dorado de las estatuas buscando un miembro de cerámica. Como te fijas en como esta hecha la pieza chunga, pues mas Cordura de menos.
Al fin conseguimos encontrarla y la arrancamos de la figura que la tiene. En ese preciso momento las 8 figuras de casi tres metros deciden ponerse en movimiento y empezar a darnos de hostias como si les fuera la vida en ello. Solo dos estamos recibiendo y las esquivas van que vuelan. Menos mal que los dados acompañan y conseguimos salir de allí con vida por que al final entra un tercero en liza y nos salva el culo. Así de claro. Imagínate astuto lector que una estatua de un soldado de tres metros armado con una espada del tamaño proporcional de da un meco, que significa eso? Pues que pierdes puntos de vida a la carrera. Pierdes tantos puntos de vida que no te da tiempo a contarlos, tampoco a echarlos de menos.
La llegada al Orient Express es lastimosa. Nos hacen esperar mientras en nuestro vagón suben a un yayo achacoso en silla de ruedas para ocupar el sexto compartimiento, que hasta el momento estaba vacío. Como somos muy observadores, nos fijamos que va vestido con chorreras. Chorreras!!! Como el Vampiro del campanario?!?!?!
Ahora ya sabemos por que en el sueño chungo de Suiza olía a cementerio ese compartimiento.
En fin que vamos camino de Trieste, donde hará un frío que pelara y por fin podremos tirar de la pista de la grieta con el viento paralizador.
Nos vemos en la siguiente parada!
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